lunes, 3 de junio de 2013

Sexo en Nueva York

El 6 de junio de 1998, el canal de cable estadounidense que más grandes éxitos ha alumbrado, HBO, sacó al aire la serie que más ha influido en una generación que encontró, por primera vez, a un grupo de chicas desinhibidas que se atrevían a decir en la pantalla las cosas que hasta entonces nadie se había atrevido a poner en boca de una mujer.
La ficción ofreció una nueva visión de la sexualidad femenina a través de cuatro amigas neoyorquinas que dieron rienda suelta a lo largo de seis temporadas a sus inquietudes y experiencias, un punto de partida basado en las columnas autobiográficas que Candace Bushnell publicaba en The New York Observer y que dieron origen a la serie y posteriormente a dos películas.
El humor fue la herramienta fundamental para poder afrontar asuntos tan polémicos en la pequeña pantalla como los orgasmos, el tamaño del pene o las reglas de educación que hay que seguir mientras se practica el sexo oral; todo ello mezclado con la pasión por la moda, los martinis y la vida nocturna.
La protagonista, Carrie Bradshaw, interpretada por Sarah Jessica Parker, se convirtió en un icono de los años noventa con los monólogos en los que disertaba sobre los más diversos asuntos que afectan a la condición femenina y con la imagen que creó para ella la estilista Patricia Field, con sus aciertos y errores. También sus adicciones formaban parte importante de este universo, entre ellas la más importante de todas: la de los tacones. Con episodios como El derecho de una mujer a los zapatos, esta producción elevó a la categoría de mito al diseñador canario Manolo Blahnik.

Las frases que pronuncian sus protagonistas a lo largo de la serie se han convertido en un mantra de inspiración para numerosas seguidoras, como aquella que proclama: «Bienvenida a la era de la pérdida de la inocencia. Nadie desayuna con diamantes y nadie vive romances inolvidables».

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