El 6 de junio de 1998, el canal de cable estadounidense que
más grandes éxitos ha alumbrado, HBO, sacó al aire la serie que más ha influido
en una generación que encontró, por primera vez, a un grupo de chicas
desinhibidas que se atrevían a decir en la pantalla las cosas que hasta
entonces nadie se había atrevido a poner en boca de una mujer.
La ficción ofreció una nueva visión de la sexualidad
femenina a través de cuatro amigas neoyorquinas que dieron rienda suelta a lo
largo de seis temporadas a sus inquietudes y experiencias, un punto de partida
basado en las columnas autobiográficas que Candace Bushnell publicaba en The
New York Observer y que
dieron origen a la serie y posteriormente a dos películas.
El humor fue la herramienta fundamental para poder afrontar
asuntos tan polémicos en la pequeña pantalla como los orgasmos, el tamaño del
pene o las reglas de educación que hay que seguir mientras se practica el sexo
oral; todo ello mezclado con la pasión por la moda, los martinis y la vida
nocturna.
La protagonista, Carrie Bradshaw, interpretada por Sarah
Jessica Parker, se convirtió en un icono de los años noventa con los monólogos
en los que disertaba sobre los más diversos asuntos que afectan a la condición
femenina y con la imagen que creó para ella la estilista Patricia Field, con
sus aciertos y errores. También sus adicciones formaban parte importante de
este universo, entre ellas la más importante de todas: la de los tacones. Con
episodios como El derecho de una mujer a los zapatos,
esta producción elevó a la categoría de mito al diseñador canario Manolo
Blahnik.
Las frases que pronuncian sus protagonistas a lo largo de
la serie se han convertido en un mantra de inspiración para numerosas
seguidoras, como aquella que proclama: «Bienvenida a la era de la pérdida de la
inocencia. Nadie desayuna con diamantes y nadie vive romances inolvidables».